viernes, 30 de abril de 2010

CARTA DEL OBISPO CON MOTIVO DE LA VISITA DE LA CRUZ DE LOS JÓVENES

“HOY LLEGA A TENERIFE LA CRUZ DE LOS JÓVENES”

La Cruz da nombre a la ciudad capital de Tenerife y a la provincia canaria que lleva su nombre: “Santa Cruz de Tenerife”. La plaza principal de la ciudad está presidida por una gran Cruz y, además, en todos los barrios y en muchas calles hay cruces fijas que, a lo largo del año, los vecinos honran colocando ramos de flores. Pero al llegar el 3 de mayo, todas las cruces de las diversas ciudades y pueblos son especialmente veneradas. Así ocurre en la capital tinerfeña y palmera, en el Puerto de la Cruz, la Cruz Santa, Los Realejos, Breña Alta, etc. El esplendor y la belleza de los adornos florales, con que se revisten las cruces, nos recuerdan que estamos en plena “Pascua Florida” celebrando a Cristo Resucitado y que, por tanto, el que murió crucificado vive para siempre y al honrar su Cruz le honramos a Él.

Este año, en plenas fiestas de la cruz, concretamente, del 2 al 6 de mayo la llamada ‘Cruz de los Jóvenes’ visitará las islas que conforman la Diócesis Nivariense. Concretamente, llegará hoy, a las 17:00 horas, al muelle de Santa Cruz procedente de Gran Canaria y, en días sucesivos, visitará El Hierro, La Gomera y La Palma. Se trata de una Cruz que fue entregada por Juan Pablo II en las Jornadas de Jóvenes de 1984 y, desde entonces, está presente en todas las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) que se desarrollan en las diferentes ciudades del mundo. Asimismo, la Cruz vendrá acompañada del Icono de la Virgen, el cual fue entregado también por Juan Pablo II a los jóvenes en 2004. Ambos símbolos cristianos han recorrido numerosas ciudades llevando el mensaje de Cristo, entre ellas, París, Manila, Roma, Toronto, Colonia y Sydney… El Papa encomendó a los jóvenes la tarea de llevarla por el mundo «como símbolo del amor de Jesús a la humanidad».

La Cruz es la señal del cristiano, nos enseñaron desde pequeños, porque en ella Jesucristo entregó su vida para salvarnos del poder del pecado y hacernos hijos de Dios. La Cruz es, por tanto, signo de amor, de entrega, de reconciliación y de paz. Para alcanzar la bendición del Señor, hacemos la “Señal de Cruz” sobre nuestro cuerpo. Nos “santiguamos”, como popularmente se dice, en muchas ocasiones de la vida: al comienzo de cualquier celebración cristiana, al acostarnos y al levantarnos, al pasar ante una iglesia, ante un cementerio, al iniciar un viaje, al comenzar la comida… y, como no, también nos santiguamos cuando pasamos ante la cruz de nuestra calle o de nuestro barrio.

También, al “persignarnos”, hacemos cuatro veces la Cruz sobre nuestro cuerpo al tiempo que pronunciamos esta hermosa oración: “† Por la señal de la Santa Cruz, † de nuestros enemigos, † líbranos Señor, Dios nuestro. † En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. Hacer la “Señal de la Cruz”, por tanto, nos identifica como cristianos, es decir, como personas que “adoramos y bendecimos a Cristo, pues por su Santa Cruz ha redimido al mundo”.

Un antiguo himno de la liturgia de la Iglesia, que aún rezamos en Semana Santa, compara la Cruz con un árbol, cuyo fruto es el mismo Jesucristo: “¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en, hoja, en flor y en fruto. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!”. De hecho, el Viernes Santo, al presentar a los fieles la Cruz el sacerdote dice cantando: “Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo”.

La celebración de la XXIV Jornada Mundial de la Juventud está anunciada para la ciudad de Madrid, del 15 al 21 de agosto de 2011. Su lema será: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cfr. Col 2, 7). Que estos días, la peregrinación de la Cruz y del Icono de la Virgen por las distintas islas de la Diócesis, nos sirva a cada uno, precisamente para eso, para fortalecer nuestra fe, arraigar y edificar nuestra vida en el crucificado-resucitado: Jesucristo.



† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense

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