sábado, 19 de febrero de 2011

PEREGRINANDO HASTA LOS PIES DE LA PATRONA, ORANDO POR LA PAZ

“Que con un solo corazón y una sola mente, todos trabajemos para que el mundo sea una verdadera casa para todos sus pueblos. ¡Paz! Señor; danos la Paz; danos la ¡Paz!” Con esta plegaria finalizaba, el Obispo Bernardo Álvarez, la homilía de la Misa que presidía en la Basílica de Candelaria, con la que concluía la X peregrinación diocesana de oración por la paz.

Poco después de las seis de la mañana, el propio obispo nivariense iniciaba esta marcha con una breve celebración en el templo lagunero de Santo Domingo. Un buen número de personas, provenientes de distintas parroquias de Tenerife, comenzaba, aún en la noche, la ruta hacia el Santuario de La Patrona. Por el camino se fueron agregando peregrinos a medida que la comitiva iba recorriendo distintas zonas pastorales de la zona metropolitana.

Ya en Caletillas se unía otro buen número de peregrinos que detrás de una pancarta que recordaba los caminos, los cuatro pilares necesarios para la paz: “Amor, justicia, libertad y verdad”, enfilaba la recta final hasta la basílica entre cantos y oraciones.

En ella, el Obispo presidía la Eucaristía. En su homilía Álvarez, invitó a los fieles a “vivir en concordia y construir la paz”. El mismo, haciéndose eco del evangelio, recordaba la necesidad de que “ninguno devuelva a otro mal por mal, sino que procuremos siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos”.

Por otro lado, Bernardo Álvarez, explicó el lema de esta peregrinación de 2011 y que no era otro que el propuesto por el Papa para la Jornada Mundial de oración por la paz, esto es, “la libertad religiosa, camino para la paz”. En este sentido, el prelado resaltó la importancia de que en todos los lugares del mundo se respete el derecho a profesar o a no profesar una religión, así como la posibilidad de cambiar de credo sin ser perturbado.

Por último, Álvarez resaltó también en su intervención algunas situaciones de violencia, injusticia y pobreza que están en el origen de la ausencia de paz y concordia entre los pueblos, e instó a los peregrinos a poner su granito de arena para que en cada corazón, en todas las familias y pueblos se construya la civilización de la paz y el amor.

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