sábado, 28 de enero de 2012

FERVOR

"Queridos amigos: La semana pasada hablamos del entusiasmo. Entusiasmo es la segunda acepción de la palabra fervor que, junto con la devoción y la admiración, constituyen el contenido que el Diccionario atribuye al término fervor. Es un término actualmente poco afortunado por la opinión pública. No imaginamos decir que un ciclista cuenta con el fervor de la afición o que levantó los brazos al final de la etapa con mucho fervor. Es más, tal vez se escuche, no sin cierto reproche irónico, decir de alguien que es fervoroso en sus vivencias. O sea, como un poco tontito, arrebatado por el afecto, movido por el fervorín irracional que carece del realismo necesario.

Al concluir la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y al entrar en el mes de Manos Unidas, uno puede preguntarse por lo que exige saltar por encima de las diferencias y abrazar las manos que necesitan las nuestras. ¿La solidaridad? ¿La pena o la compasión ante el mal ajeno? ¿Qué nos hace buscar la unidad entre nosotros y la unidad con los de más allá? ¿Cómo hacer despertar el mes de febrero?

Lo puedes llamar pasión por Cristo; lo puedes calificar como admiración por la verdad y el bien; lo puedes denominar adhesión inconmovible a la experiencia del Evangelio; como lo quieras llamar... Porque lo que hace falta, en fondo, no es otra cosa que renovar el fervor.

No nos equivoquemos, y lo digo con la humildad del necesitado de lo que pido: la nueva evangelización sólo será posible si alcanzamos el fervor de los santos. El fervor es la respuesta a un primer amor que nos ha hecho posibles. Él nos amó primero. Con afecto, y como siempre, un amigo" (Juan Pedro Rivero, para el programa de radio "El Espejo de la Diócesis").

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