sábado, 10 de marzo de 2012

LA TENTACIÓN (II): EL PLACER

"Queridos amigos: No tiene razón aquel que busca el dolor por el dolor o supone que solo tiene valor lo que surge tras el drama de un existir sufridor. Huimos del sufrimiento. Ni nos gusta ni conviene. Y responde a lo que somos: inteligencias capaces de facilitarle al otro o a nosotros unas formas mejores y mas cómodas de vida. No es bueno sufrir; no, y lo debemos evitar si se puede, que para la jaqueca están prescritas las aspirinas.

Pero sin embargo, la vida nos ofrece la inevitable certeza de experimentar que nada se consigue sin esfuerzo, tesón y perseverancia. Nadie aprendió a caminar si esfuerzo, nadie lee hoy si ayer no padeció la tortura infantil de unir vocales y consonantes, sílabas y palabras que, conjuntadas construyen frases inteligibles. Nadie acaba una carrera sin el debido esfuerzo académico, ni llena el carro de la compra sin la perseverancia laboral, tan deseada y necesaria en estos tiempos. Todo cuesta. Y al nacer lloramos y al morir nos lloran. No podemos huir del todo del dolor y el sufrimiento.

Este sufrimiento, este dolor, no es malo. Es el espíritu de sufrimiento sano que la segunda tentación pretende desestimar como si la tortilla se pudiera hacer sin romper los huevos.

No sufras, me dice, quien quisiera que no logre la conquista de la cumbre. No te esfuerces, que no, que nada vale la pena alcanzar. No te niegues ni te prives, que no. Si puedes roba, si no manipula, que para dos días en esta vida, para que vale sufrir... Y nos tienta esta forma de crecer al estilo acomodado del saltamontes, que canta en verano mientras la esforzada hormiga lo hará cuando llegue el invierno.

De camino a Jerusalén, se anuncia un sufrimiento sanamente generoso. Oye, ni se te ocurra caer... Que el cielo lo ganan solo los esforzados. Con afecto, y como siempre, un amigo" (Juan Pedro Rivero, reflexión en la sección "la carta de la semana" del programa "El Espejo de la Diócesis").


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