miércoles, 29 de agosto de 2012

ESTÁN EN LA LUNA

"El 20 de julio de 1969 no me enteré de nada. Apenas tenía un año o pocos meses. Aquel bebé no pudo ser testigo de la hazaña de Neil Armstrong y sus compañeros, de aquel pequeño paso para el hombre, y sin embargo gigantesco salto para la humanidad. El hombre puso el pie en la Luna. Sí, recuerdo unos años más tarde que todos queríamos ser astronautas y nos subíamos a ´apolo 11´ de elaboración casera. Cuarentitres años más tarde, a las 82 años de edad, muere este pionero llamado Neil Armtrong.


Pensaba dedica a este hecho singular esta reflexión. El tema lo merece. Consideraba que podría compartir algunas certezas personales sobre el valor de la ciencia y la técnica en el progreso de la humanidad. Tal vez uniéndolo a la expresiva pancarta que estos días decora el muro externo del Instituto Astrofísico de Canarias, en La Laguna, en el que se lee: "Sin ciencia no hay futuro"; pero me arrepentí.

Y no porque la investigación y la ciencia y su aplicación tecnológica no lo merezcan, sino porque me he asustando al contemplar otra forma -terrible, en ese caso- de "estar en la luna": unos huesos sobrevivientes en la gran hoguera exterminadora en una finca cordobesa. Dos niños desaparecidos, una madre incansable y un padre sospechoso. La investigación sigue viva, pero estos hechos nos ofrecen la certeza de que alguien ha perdido el norte, de que alguien "está en la luna" y no es norteamericano.

¿Quién puede justificar el asesinato de unos niños de esa manera tan atroz? ¿Cómo es posible que alguien normal pueda seguir viviendo en paz después de cometer tal aberración? ¿Cómo puede un padre exterminar a sus hijos para causar dolor a su exesposa? Y no es extraño que el emotivismo en el que estamos instalados cuestiones las leyes y oigamos voces que postulan la cadena perpetua o la pena capital para estas monstruosas acciones malvadas.

La inocencia exterminada por motivos siempre más débiles y secundarios que el valor de la vida humana. Si no consideramos la vida en lo que la vida vale, si no defendemos la vida inocente con todos los medios a nuestro alcance, si no nos arde el alma cuando un ser vivo inocente no cuenta con la protección esperada en aquellos que le engendraron e hicieron posible que surgiera a la vida, entonces, "estaremos en la luna".

Que se aclare pronto este drama. Que despertemos al valor de toda vida humana. Que regresemos de la luna. De esta loca luna" (Juan Pedro Rivero, sacerdote, director del Instituto de Teología Islas Canarias, sede en Tenerife).


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