viernes, 19 de julio de 2013

El obispo escribió sobre la Virgen del Carmen para la publicación Vitis Florigera

LA VIRGEN MARÍA DEL CARMEN

Flos Carmeli. Vitis Florigera
(Flor del Carmelo. Viña florida)


“En comunión con toda la Iglesia veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor” (Canon Romano). Estas palabras de la Liturgia de la Misa ponen de relieve la importancia que “la memoria” de la Virgen María tiene para los cristianos. Ella es la Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, por eso la veneramos en comunión con toda la Iglesia.
Esta veneración a la Virgen María es una constante en el pueblo cristiano a lo largo de la historia de la Iglesia, en todos los continentes, en todos los países y en todos los pueblos. Le damos distintos nombres, títulos y advocaciones, pero siempre es la misma y única Virgen  María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Uno de esos títulos es el de “Virgen María del Carmen”. A finales del siglo XII nacía en el monte Carmelo, en Palestina, la Orden de los Carmelitas, una orden religiosa que cuenta con grandes santos como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús. Ellos, al venerar la memoria de la Virgen María, le dieron el nombre de Virgen del Carmelo, un título que luego se extendió por todo el mundo y llegó también a nuestra tierra canaria donde se venera a la Virgen del Carmen en muchos pueblos, entre ellos y de modo sobresaliente en Los Realejos (Tenerife).

«Los carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, indicándola como modelo de oración, de contemplación y de entrega a Dios. En efecto, María, fue la primera que creyó y experimentó, de modo insuperable, que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente su Palabra, llegó felizmente al santo monte, y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. Que María ayude a todos los cristianos a encontrar a Dios en el silencio de la oración» (Benedicto XVI. Angelus, 16-7-2006).
El que fuera Superior General de la Orden Carmelitana, san Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flos Carmeli,                         Flor del Carmelo
Vitis Florigera                        Viña florida
Splendor coeli                        Esplendor del Cielo
Virgo puerpera                       Virgen fecunda 
Singularis .                             Singular
Mater mitis                             ¡Oh madre tierna!
Sed viri nescia                        Intacta de hombre
Carmelitis                               a los carmelitas
Sto propitia,                            proteja tu nombre,
Stella maris                            Estrella del mar.

“Vitis florigera” (viña florida). En torno a este poético título, tomado de la oración de san Simón Stock y para conmemorar el 30 Aniversario la Coronación Canónica de la Virgen del Carmen de los Realejos, con gran acierto se ha preparado esta publicación en la que se pone de manifiesto la significación religiosa, artística e histórica de esta venerada imagen de la Virgen María a lo largo de casi tres siglos.
Hace algún tiempo el cura párroco, D. Marcos Antonio García Luis, me habló de la iniciativa y me adelantó las líneas fundamentales de lo que se quería hacer: presentar en un libro a La Virgen del Carmen de los Realejos como emblema de fe, arte e historia, con la sana intención de que “haciendo memoria” de la veneración a la Virgen, se acreciente en los fieles de hoy el amor y devoción a la Virgen del Carmen. Me pareció buena la idea y le animé a seguir adelante.
Ahora que el proyecto se ha hecho realidad no puedo menos que manifestar mi satisfacción y felicitación por el resultado obtenido, fruto del buen hacer de muchas personas que, uniendo complementariamente sus voluntades, han materializado los objetivos en este magnífico libro que es un auténtico compendio gráfico, histórico, espiritual y artístico sobre el culto a la Virgen del Carmen de los Realejos, tanto por el número y calidad de las fotos, como por la variedad y el rigor científico de los temas tratados, sin olvidar la calidad del diseño y edición del mismo.
En efecto, junto con una abundante muestra de fotografías, en el libro hay que destacar los interesantes estudios sobre la historia, la piedad y el arte en torno a la imagen de la Virgen. Todo ello es fruto de la investigación realizada por cualificados expertos, a los que expreso mi reconocimiento y gratitud pues, sin duda, nos aportan una valiosa información sobre el arraigo de la devoción y el culto a la Virgen María a través de la imagen de Ntra. Sra. del Carmen de los Realejos. Estudios que ponen de manifiesto el protagonismo que la Virgen María tiene en la fe y la vivencia religiosa de los canarios.
La imagen de “La Virgen del Carmen de Los Realejos: emblema de fe, arte e historia”, Es emblema de fe porque ella es modelo, símbolo prototípico, de lo que es ser creyente y porque en el culto a esta imagen los fieles han alimentado y expresado públicamente su fe cristiana. Como nos ha dicho el Papa Benedicto XVI, en su carta para el Año de la Fe, la Virgen María todo lo hace movida por la fe: “Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega. En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él. Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad. Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes. Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario. Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón, los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo” (Porta Fidei, 13).
Es arte porque estamos ante una imagen de gran belleza estética y espiritual en la que el artista plasmó la grandeza de la que es “bendita entre todas las mujeres”, expresando artísticamente su pureza y santidad, su maternidad divina, sus ojos misericordiosos... con una belleza que inspira devoción y confianza, que eleva el alma e invita a la oración. Un arte que se extiende, además, a los vestidos, adornos, joyas y otros objetos de culto con los que los fieles quieren honrar a la Madre Dios.
Y es historia porque ante esta bella y venerada imagen han pasado miles de fieles llevando las inquietudes, preocupaciones y necesidades de la vida propia y de los demás; los dolores, angustias y sufrimientos de los momentos difíciles; la alegría y el entusiasmo de los días felices; la esperanza en las promesas de Dios; la miseria de los propios pecados; la gratitud por los bienes recibidos; en fin, ante la Virgen del Carmen han pasado las personas cuya vida ha hecho historia personal, familiar y social; una historia que no sería la misma sin el amor y devoción a la Virgen María a la que han acudido “para obtener consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado; porque Ella, la libre de todo pecado, conduce a sus hijos a esto: a vencer con enérgica determinación el pecado” (Pablo VI. Marialis Cultus, 57).
Finalmente, quiero expresar mi reconocimiento y gratitud a los promotores y realizadores de esta obra por la contribución que el libro aporta a un mejor conocimiento de la devoción a la Virgen María y a la difusión del mensaje cristiano. Confío que, más allá de los datos históricos y de la belleza estética de las fotografías, tanto los propios autores como los lectores se dejen sorprender interiormente y en el trasfondo del contenido del libro sepan “ver lo que no se ve”, porque, como leemos en El Principito de Saint-Exupery, “no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”. Así el libro alcanza su pleno objetivo: “Venerar, ante todo, la memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor”.  


† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

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